Aquí Pablo hace un contraste entre la sabiduría divina y la admirada sabiduría de la clase gobernante. Dios se ha complacido en revelar su sabiduría por medio de su Espíritu a los apóstoles, a nosotros dice Pablo; 1 Corintios 2:10. El nosotros que se implica en los versículos 6, 7, 13 y 16 no se refiere a los cristianos de Corinto cuyo comportamiento, según se describe en esta carta, era carnal. Tampoco se refiere a los cristianos en general, sino antes bien al ministerio especial de los apóstoles.
Pablo declara que él habla no sólo el evangelio, sino la sabiduría de Dios; 1 Corintios 2:6-8. Esta se habla entre los que han alcanzado madurez, es decir, entre aquellos que se han perfeccionado en la experiencia y el conocimiento cristiano, en contraste con los niños en Cristo, menos maduros en el crecimiento cristiano. Los virtuosos y aclamados oradores de la época utilizaban esta expresión relacionándola con ellos mismos, y sostenían que hacían que sus alumnos también lo fueran.
Ellos serían los futuros regidores de ciudades y estados. Es muy posible que Pablo tuviera esto en mente, cuando dice lo que su sabiduría no es: no es la sabiduría de la edad presente, ni la de los príncipes de esta edad, que perecen. Luego define lo que sí es.
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