El don inefable

Nada puede ser más gratuito que un don, pero el don de Dios, además de ser gratuito, es inefable, es decir, indescriptible. Se considera un don aquello que se da, y eso fue lo que Dios el Padre hizo, dar a su santo Hijo Jesús, como está escrito, «…no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros…»; Romanos 8:32.

Como exclamó el apóstol Pablo, no hay palabras para describir (inefable) un acto así. ¿Qué es más preciado para un padre que un hijo? ¿Podía Dios dar algo de mayor valor que su hijo? Desde luego que no, porque no existe nada de mayor valor.

El amor de Dios hacia los hombres fue el desencadenante de un acto que en términos de beneficios es incalculable. Ese amor se ha traducido en perdón de pecados, sanidad, liberación, novedad de vida, en todos los hombres que reciben este don de Dios, porque eso es lo que la muerte y resurrección de Jesús nos ha brindado.

Puesto que no existen palabras para describir lo que Dios ha hecho, como receptores del don, mostremos gratitud ante Dios, como quienes tienen en gran estima tal acto de amor. Mostrar gratitud, es sinónimo de reconocer el valor del don que se nos ha otorgado.

LÉXICO

Don: gr. dorea, δωρεά. Denota don libre (presente, regalo), acentuando su carácter de gratuito.

Inefable: gr. anekdiegetos, ἀνεκδιήγητος. Denota inexpresable, indescriptible, que supera lo que se puede expresar.

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Inocente
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Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna; Juan 3:16

Si Dios es todo lo que tienes, entonces tienes todo lo que necesitas

Salmos 73:25