Aunque exteriormente Pablo se estaba desgastando; 2 Corintios 4:7-12, no desmayaba, ya que interiormente se iba renovando día a día. Y de todos modos, los problemas exteriores eran una momentánea y leve tribulación comparados con el peso y el carácter eterno de la gloria que experimentaría como resultado. Pablo soportaba las aflicciones en el mundo visible actual, manteniendo delante de sí las glorias del mundo aún invisible.
Es a la luz de este concepto que Pablo pasa a explicar qué es lo que él espera para cuando nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshaga. La forma en que interpretemos el versículo 1 determinará la forma en que interpretaremos la totalidad del tópico (1-10). La expresión griega oikía traducida como morada indica residencia o casa, literalmente o figurativamente. Dado que el texto sigue el contexto de 2 Corintios 4:16, donde Pablo habla del hombre exterior para referirse al cuerpo, debemos entender la expresión morada de forma figurada, entendiéndose como morada o casa, el cuerpo terrenal.
El apóstol es consciente de la disolución del cuerpo por medio de la muerte, lo cual le hace albergar la esperanza de otro cuerpo, declarando “tenemos de Dios un edificio” (en perspectiva asegurada de posesión, tan cierta como si estuviera en nuestras manos), en los cielos.
Esto es un extracto del estudio publicado. Si lo desea obtener completo, le facilitamos la descarga.
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