Como la base de todos los dones es el amor, ese espíritu de amor es el factor que nos califica para el ejercicio bíblico de los dones del Espíritu Santo. Así, aquellos en autoridad deben probar los espíritus, para asegurarse de que quienes ejercen dones espirituales, realmente lo hagan motivados por el amor.

La ausencia de amor en el ejercicio de los dones arruina a la persona que habla lenguas de hombres y de ángeles. Vengo a ser, literalmente “me he convertido en” algo tan hueco como el sonido de un bronce o un címbalo (platillo). El don de profecía por medio del cual se comprende toda la verdad, y el conocimiento, y la fe que mueve problemas grandes como montañas hacen que el ministro de ese don sea nada si no tiene amor. Si la generosidad fluye en abundancia hasta el punto de entregarse a sí mismo y hasta se rinde la vida a las llamas, no se gana nada si no hay amor.

La falta de amor en el ministerio significa que he sido cambiado para peor: “me he vuelto hueco”, “no soy nada”, y de nada me sirve, determina claramente cuál debe ser la motivación para el ministerio. El amor de ninguna manera debe estar ausente.

Esto es un extracto del estudio publicado. Si lo desea obtener completo, le facilitamos la descarga.

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