Siguiendo la costumbre de su época, Pablo incluye una acción de gracias luego de su saludo inicial. En forma no acostumbrada, su agradecimiento se concentra no en alguna característica de los lectores que sea digna de ser destacada, sino en el Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien había consolado a Pablo en todas sus tribulaciones (incluyendo sufrimientos físicos, peligros, persecuciones y ansiedad; 2 Corintios 1:8-10; 4:7-12; 11:23-29).
Aquí Pablo habla de consolación como aliento y gracia fortalecedora en medio de los problemas. Dice que al ser consolados de esta manera por Dios, también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación. Un ser humano no puede traer liberación divina de la tribulación a otro, pero es posible compartir con el otro el aliento recibido en medio de los problemas que uno mismo ha sufrido.
Cuando Pablo habla de las tribulaciones de los creyentes como las aflicciones de Cristo que abundan a favor nuestro, se refiere a los sufrimientos soportados en nombre de Cristo y experimentados como parte de lo que los judíos llamaban los “dolores de parto del Mesías”, es decir, el período de tribulación que se esperaba que introdujera la era mesiánica.
Esto es un extracto del estudio publicado. Si lo desea obtener completo, le facilitamos la descarga.
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