La primera de las dos visitas prometidas resultó ser con tristeza, por la forma en que él fue atacado. Si hubiera hecho otra visita, ésta también hubiera sido dolorosa, pero por una razón diferente: habría tenido que tomar medidas disciplinarias contra los corintios, causándoles tristeza, y no hubiera quedado nadie que pudiera alegrarlo; 2 Corintios 2:2. Por eso, en lugar de llevar a cabo la segunda visita prometida, les escribió una carta “severa”, para que cuando llegue, no tenga tristeza por causa de aquellos por quienes me debiera gozar.
Tal carta fue escrita con mucha tribulación y angustia de corazón, y con muchas lágrimas, y seguramente contenía alguna clase de reprensión para los corintios. Sin embargo, su propósito al escribirla dice Pablo no fue para entristeceros, sino para que sepáis cuán grande es el amor que tengo por vosotros; 2 Corintios 2:3,4; 2 Corintios 7:8,9.
Se necesita amor verdadero para confrontar una situación difícil, aunque haya dolor, en lugar de esquivarla. El “amor” es el manantial de donde emana la reprensión sincera; que los corintios reconocieran finalmente que éste era su motivo, fue la meta del apóstol; Salmos 141:5; Proverbios 27:6. Pablo no se elogió a sí mismo, pero estaba preparado para correr el riesgo de ser acusado de hacerlo con tal de poner las cosas en claro.
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