Hechos 1:8
Recibiréis poder…
Estas palabras de Jesús, enmarcadas en el momento previo a su ascensión, son la promesa del Padre. Todos los que somos llamados a ser testigos de Jesús en el mundo, tenemos que serlo de manera eficiente. Esa eficiencia nos la brinda el poder del Espíritu Santo.
Vemos esa eficiencia en Pedro, quién testificó de Jesús sin temor alguno, a una multitud, tras ser lleno del poder del Espíritu Santo. Como dijera Pablo, «no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio»; 2 Timoteo 1:7.
Esta es una promesa que se extiende en el tiempo, y a cada generación de creyentes. Así lo testificó Pedro, diciendo: «Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare»; Hechos 2:39. Para ti también es el poder.