2 Timoteo 2:13
Si fuéremos infieles, el permanece fiel…
La fidelidad de Dios no depende de la nuestra, ya que él no puede actuar en forma contraria a su propia naturaleza. En la carta a los Romanos el apóstol Pablo en alusión a la nación de Israel dice: «¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?«; Romanos 3:3.
El carácter de Dios es inalterable, no experimenta mutaciones o cambios de ningún tipo. La fidelidad forma parte de su carácter y es un atributo moral, el cual no puede dejar de manifestar porque es inherente en Dios.
En su relación con el hombre, Dios se manifiesta como digno de la confianza más completa. En las relaciones interpersonales la infidelidad es muy común. No podemos decir lo mismo en nuestra relación con Dios, en la cual él (Dios) nunca actúa, ni actuará de forma diferente a su carácter.