Hebreos 10:37
El que ha de venir vendrá, y no tardará
Hay una promesa divina que parece haberse desvanecido, y que requiere más que nunca nuestra atención. Esa promesa no es otra que la del segundo advenimiento de Jesús, nuestro redentor y salvador. Nuestra expectación debe ser la de nuestro arrebatamiento al cielo, pues como la creación gime, también nosotros tenemos que gemir dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo; Romanos 8:23.
Jesús dijo: «…vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo…»; Juan 14:3. Las palabras de Jesús contrastan con las proclamadas por el profeta Habacuc, mencionadas por el autor de la carta a los Hebreos, cuyo propósito es el de que no perdamos la confianza en la referida promesa.
Todos los acontecimientos presentes indican que «nuestra redención está cerca«, y que «las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros a de manifestarse«; Romanos 8:18. Estemos preparados para recibir a nuestro glorioso Salvador Jesús.