Salmos 37:25
No he visto justo desamparado…
Estas palabras cargadas de una gran rotundidad, corresponden a David, quien las escribe cuando había ya envejecido. Son las palabras de alguien, que por su avanzada edad, escribía desde su larga experiencia, y que se deben considerar como un principio general.
Por principio, debemos entender la norma que se aplica al justo (que practica la justicia). Tal principio es determinado por Dios y también aplicado por Dios. Esto denota, que la vida del justo discurre de manera diferente a la de cualquier otro hombre. David lo sabía, y por eso habla con gran rotundidad.
Esto trasciende a la descendencia. Lo hace, porque el justo transmite a su descendencia los valores y la fe que lo hacen justo, como Dios se lo ordenó, «las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes»; Deuteronomio 6:7. Así es como discurre la vida del justo.