Juan 6:68
¿A quién iremos?…
Esta frase no es una pregunta, sino una respuesta. La respuesta del apóstol Pedro a Jesús, cuando este les dijo a los que no le habían dejado, ¿queréis acaso iros también vosotros? Jesús dijo esto, porque muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Desde luego, el que anda con él, de forma voluntaria a de hacerlo.
Para Pedro era impensable dejar a Jesús. Aunque la palabra de Jesús era dura, para Pedro además era palabra de vida eterna, lo cual era mucho más relevante que el hecho de que fuera dura. La palabra de cualquiera puede ser dura, pero sólo la palabra de Jesús es de vida eterna.
Por esto Pedro respondió a Jesús, ¿a quién iremos? Excepto Jesús, nadie más puede hablar este tipo de palabras. Maestros, sabios y entendidos hay en el mundo, y no pocos, pero ninguno de ellos jamás ha hablado palabras que den vida, en el presente y eternamente.