Isaías 40:31

Los que esperan a Jehová

Por nuestra humana debilidad las fuerzas se nos agotan. De esto no escapa nadie, aún los más jóvenes flaquean, aunque su vigor esté en su momento más álgido. El único que no desfallece, ni se fatiga con cansancio es Dios. «En él está la fortaleza de los siglos»; Isaías 26:4.

¿En manos de quién podemos ponernos entonces, para obtener nuevas fuerzas, sino en las manos de Dios? No encontraremos a nadie mejor, para recuperar la fortaleza, que por nuestra humana debilidad vamos perdiendo de forma progresiva.

Cuando sientas que todo en la vida te aplasta y no puedas dar un paso más, recuerda que puedes clamar a Dios según su promesa, para que renueve tu fuerza, y puedas continuar en progreso. La vitalidad que Dios nos otorga no es natural, por eso el que corre no se cansará y el que camina no se fatigará.

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